PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA GRANADA

Fuente de Cantos

EL EDIFICIO

La actual Parroquia de Nª Sª de la Granada de Fuente de Cantos (Badajoz) comprende un gran edificio formado por el templo propiamente dicho que lleva adosada, en su parte oeste, la torre y un airoso templete, y por el este, la llamada “torre vieja”, espadaña que mira al sur, situada a la altura del cimborrio que cubre la cúpula de la capilla mayor.

Está emplazada en el mismo corazón del pueblo, frente al ayuntamiento, del que la separa una bonita plaza, adornada con ocho palmeras y seis bancos de piedra caliza, las populares ”perrunillas”, en cuyo centro se alza una gran cruz, rodeada de jardines, erigida en memoria de los fallecidos en las guerras de España.

Este hermoso templo consta de una sola nave de cincuenta metros de larga por veinte metros de ancha, dividida en seis tramos ocupados por ocho capillas de poca profundidad, más dos puertas laterales, separadas por grandes contrafuertes con pilastras toscanas que sostienen un friso y una amplia cornisa sobre la que se apoya una enorme bóveda de cañón con fajones y lunetos donde se alojan diez ventanales que la iluminan.

A los pies se encuentra la Capilla del Bautismo donde se abre la puerta que mira al oeste y otra, más pequeña, por la que se accede al coro y a la torre.

A través de un gran arco toral, construido con sillares de granito y tras subir una pequeña escalinata, se da paso al presbiterio o capilla mayor que culmina en una gran cúpula elíptica sobre tambor con pilastras, pechinas y  varios ventanales.

En el lado de la Epístola y adosadas a la nave principal, donde antiguamente se alzaba una doble arquería, bajo la cual se celebraba el mercado los días de lluvia, se encuentran hoy una pequeña Capilla y la Sacristía, así como el Despacho Parroquial, que está separado de ellas por la escalinata de mármol de la portada principal, realizada en 1.788 por el arquitecto conquense José Gómez. Sobre estas dependencias parroquiales se encuentran los llamados “Corredores”, que miran a la plaza a través de airosos ventanales adornados por columnas de mármol, donde hoy se aloja un pequeño museo parroquial.

SU HISTORIA

Según cuenta la tradición, este templo está asentado sobre el solar que ocupó una pequeña ermita erigida en el siglo XIV en honor de San Roque, en agradecimiento a los favores recibidos por los lugareños durante alguna epidemia de peste que tan frecuentes eran en aquella época.

Es una teoría que no se sustenta históricamente, puesto que S. Roque no fue canonizado hasta 1584.

Más tarde, probablemente en el siglo XV, se levantó un templo, de dimensiones más reducidas que el actual, que comenzó a funcionar como iglesia parroquial bajo la advocación de Santa María la Mayor, nombre que conserva hasta el siglo XVII en que toma el nombre de Nª. Sra. de la Granada.

Siguiendo las investigaciones del historiador local D. Juan M. Valverde Bellido, hemos de decir que el primitivo templo del siglo XV, era gótico, de tres naves, almenado con grandes sillares de granito en su cabecera y piedra y ladrillo en el resto, que además de albergar la función religiosa, servía también como defensa, por ser el único edificio en el pueblo en que sus habitantes podían refugiarse en caso de peligro.

Junto a la cabecera se levantaba una torre mocha y maciza, y en el testero se abrían, según pueden verse todavía, una sacristía de reducidas proporciones y las escaleras que daban acceso a la parte superior de la capilla mayor. En 1550 el maestro cantero Pedro de Chavarría levantó una nueva sacristía en el lado de la Epístola, algo más grande que la que había.

Por los libros sacramentales conservados sabemos que había un altar dedicado a la Virgen del Rosario, otro consagrado a Santo Domingo y otros dos, uno a San Pedro y otro a la Virgen de la Soledad.

Para el primero de ellos, el de la Virgen del Rosario, contrató nuestro paisano, Francisco de Zurbarán, en 1662, la pintura de los quince misterios, cuadros que no han llegado hasta nosotros, pues desaparecieron en el siglo XVIII cuando se levantó el nuevo templo.

De igual forma, por los citados libros de su archivo conocemos la existencia de las Cofradías de San Roque (1639), de la Encarnación, de las Ánimas, del Santísimo Sacramento, la de la Virgen de la Soledad, la de San Isidro, la Escuela de Mujeres de María Santísima, fundada en 1739, además de la Hermandad Eclesiástica formada por los cerca de treinta clérigos que ejercían su ministerio en la población. La de la Hermosa y la de San Antonio Abad tenían su sede en la ermita de la Hermosa.

En la actualidad funcionan las siguientes: la del Señor Amarrado a la Columna y la Virgen del Mayor Dolor (Martes Santo), la de Nuestro Padre Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores (Miércoles Santo), la de El Cristo de la Misericordia y la Virgen de las Angustias (Jueves Santo), la del Santo Entierro y la Virgen de la Soledad (Viernes Santo), todas ellas penitenciales). La de la Virgen de la Hermosa y la de San Isidro Labrador cuyas fiestas se celebran el 8 de Septiembre y el 15 de mayo, respectivamente, son Cofradías o Hermandades de gloria.

Ya en el siglo XXI  se han constituido dos nuevas Cofradías: la de Nuestro Padre Jesús Cautivo, Nuestra Señora de la Humildad y San Juan Evangelista, con sede en el convento del Carmen y la de Jesucristo Resucitado y Nuestra Señora de la Paz que se asienta en la Capilla del Santo Cristo de los Afligidos.

Hacia 1730 el edificio parroquial amenaza ruina, por lo que en Enero de 1732 bajo la dirección del arquitecto y alarife Domingo Martín y su hijo José, se comienza su demolición con el objeto de levantar una nueva iglesia.

Un escribano de la época pone al margen de la partida de bautismo de Juan Eduardo Carballar el 8-I-1732, la siguiente nota: “Esta es la última partida que se puso en la iglesia mayor al haberse trasladado a Nª Sª de la Hermosa la Parroquial, por el Vicario General D. Bernabé de Chaves y se trasladó el día seis de dicho mes y año”.

Al año siguiente, “el 7-II-1733 se puso la primera piedra en la obra de la Iglesia por D. Luis de Chaves su mayordomo”

Efectivamente, D. Luis de Chaves Porras y Alvarado ejerció de mayordomo desde 1.731 a 1.744 y es a él a quien se le debe la reconstrucción de nuestro actual templo parroquial, siendo los maestros de obra: Francisco González, de Llerena y Diego Álvarez, de Los Santos de Maimona.

Las obras duraron ocho años, dato que conocemos gracias a la curiosidad del escribano, que mediante una nota marginal nos dice que el 25 de septiembre de 1741 se entierra María Guerrero, mujer de Alonso Berjano,” la primera que se enterró en la reedificación de esta iglesia”. Tres días más tarde se bautiza José Antonio Gómez Navarro “el primero en la nueva iglesia”. Unos días después, el 1 de octubre se celebra la primera boda, entre Francisco Viera Vázquez y Catalina Sánchez Rollano. El sacerdote era D. Juan de Yerga.

Durante los trabajos se construyó un nuevo coro a los pies de la nave principal que ocupaba los dos últimos tramos del edificio aunque tras la guerra civil se redujo a la mitad. El piso de la Iglesia era, en origen, de tierra y en él y en los alrededores del templo, se enterraban las personas que morían: los adultos en la parte de delante y los niños en la de atrás. Esto siguió siendo así hasta la aparición de los cementerios, en el siglo XIX.

En los últimos años del siglo XVIII se construye la nueva torre que no se terminará hasta 1.799, tras no pocas dificultades.

Mientras duraron las obras, todos los servicios parroquiales se trasladaron a la ermita de la Hermosa (unos meses, hasta octubre) y luego al Santísimo Cristo de los Afligidos, en la calle Olmo. 

Un siglo más tarde, aún habría de moverse la Parroquial, pues con motivo de la estancia en Fuente de Cantos de un contingente de soldados a los que alojan en el citado templo, “… el 11 de marzo de 1.839 se mudó la Parroquia a la Iglesia del Convento de las Carmelitas por estar la Parroquia impedida por un fuerte que tapa sus puertas y hallarse colocadas las tropas habitando en la misma…”  Allí estuvo hasta el 3 de Abril de 1.840 en que de nuevo “… se bendijo la iglesia Parroquial y se mudó el Santísimo, habiendo estado la Parroquia en la Iglesia de las Carmelitas un año y veintinueve días”.

El 19 de Julio de 1.936 la Iglesia fue incendiada, perecieron en ella trece personas y se perdió la portada norte que tuvo que ser reconstruida.

Nuestra Iglesia Parroquial siempre tuvo órgano con el que se amenizaban las Misas que en ella se decían, así como su correspondiente organista titular. Por los libros del archivo sabemos que en 1.592 lo era Agustín Maldonado; a principios del siglo XVII le sucedió Diego Martín Franco que, además, era maestro y en el último tercio del siglo XIX ocupa este cargo D. Antonio Jaramillo-Lagos y Álvarez, de origen castellano, que vivía en la calle Usagre (hoy Carmelitas), casado con Dª Jacoba Caballero y Castaño que era natural de la vecina localidad de Medina de las Torres. Ya en tiempos de la posguerra ejerce tal misión el maestro Perera. El órgano que siempre sonó en nuestro templo parroquial era un magnífico ejemplar barroco del que se conserva una valiosísima fotografía, pero fue destruido en los acontecimientos de la guerra civil y sustituido por el actual, de mucho menos valor artístico.

Como curiosidad, diremos también que siempre hubo una persona encargada de la iluminación de la Iglesia, que en el año 1.618 era “…Catalina Martín la Ribera, candelera de la Iglesia Mayor de la dicha villa”.

En los siglos XV, XVI y XVII, la iglesia tenía una relación muy íntima con el poder civil, según se desprende del auto de posesión de la villa por D. Juan Núñez de Illescas, cuando en abril de 1.574 compra al rey Felipe II la villa de Fuente de Cantos: “… se dirigio a la iglesia de Santa María la mayor desta villa donde esta un arca con dos llaves que es la arca donde el gobº de esta villa tiene los papeles tocantes al dcho. gobº y puestos junto a la dcha arca luego mando a Fraº Sánchez escribano del gobierno desta villa que le de y entregue las llaves (…) el cual las dio y entrego al dcho alguacil y luego el dcho alguacil dijo que (ilegible) cosa que es del dcho gobierno la dcha. arca y papeles que en ella estan daba y dio la posesion de la dcha arca y papeles al dcho Juan Perez de granada para que tenga en nombre de su majestad juntamente como tiene la dcha villa y jurisdicción civil y criminal della y le entrego las dchas llaves y luego el dcho sr. Juan Perez de Granada dijo que en nombre de su magestad tomaba y recibia la posesion de la dicha arca del dcho gobierno y continuándolas usando dellas luego abrio con las dichas llaves la dicha arca y saco della unas señales escritas en pergamino que la dcha villa de Fuente de Cantos tiene contra la villa de Montemolin con dos sellos de madera y otro previlegio viejo escrito en pergamino con un sello de cera que habla de los terminos de Fte de Cantos y otra seña escrita en pergamino a manera de previlegio antiguo que la dcha villa de Fuente de Cantos tiene contra la villa de Llerena sobre cosas de término y jurisdicción y otras dos provisiones que la dcha villa tiene contra la dcha villa de Montemolin y otros ocho pergaminos viejos escritos con varios sellos de madera algunos dellos y otros de cera y son tocantes a la dcha villa y sus términos con las villas comarcanas y otros papeles y provisiones del gobº de las ordenes ganadas (…) de la dcha villa contra los gobernadores de la provincia de Leon, todos los papeles vistos por el dcho Juan Perez de Granada luego los torno a poner en el arca de la manera que solian estar y entrego las llaves della al dcho Francisco Sánchez escribano del gobº desta villa al cual le mando que tenga la dcha arca y papeles en guarda…”

De igual forma, nos dice el citado documento, que D. Juan Núñez de Illescas toma posesión en la Iglesia Mayor de “…un arca de cuatro llaves donde se guardan las elecciones el concejo y dos cantarillos de madera donde se echavan las suertes para sacar los oficios y en señal de la dicha posesión le dio y entrego cuatro llaves de la dcha arca y una llave de los dchos cantarillos”.

También en la Iglesia “… estaba el arca de las escrituras e previlegios e libros del concejo e ayuntamiento desta villa de Fuente de Cantos”. (Archivo Nacional de Simancas)

LA CAPILLA DEL SAGRARIO 

En el lado de la Epístola, separada de la Capilla Mayor por una preciosa cancela de hierro forjado, se encuentra la citada capilla del Sagrario. De pequeñas proporciones, se utiliza para la custodia del Santísimo, para celebraciones minoritarias, así como para la adoración del Monumento la noche del Jueves Santo.

“Cristo del Sagrario”. Capilla de la ParroquiaEn su cabecera se alza el altar presidido por el llamado hoy “Cristo del Sagrario”, por el lugar en que se encuentra, y antes “Cristo del Conde” por haberlo donado el Conde de Montalbán. Es una excelente imagen de tamaño natural, modelada en pasta de papel en la primera mitad del siglo XVII y de procedencia mejicana probablemente. Esta imagen estuvo situada con anterioridad en la zona de la nave principal del templo entre el púlpito y el presbiterio.

De las paredes de esta capilla cuelgan lienzos extraordinarios, algunos restaurados:

  • La Virgen y Santa Ana: Lienzo de 1’25 x 0’77 m. donde podemos ver a Santa Ana, a la izquierda, que presenta un libro a la Virgen, situada a la derecha del cuadro. Data del siglo XVIII.
  • San Luis Rey: También del siglo XVIII, representa a este rey francés con corona y capa hasta el suelo. Porta una espada en la mano derecha y el mundo en la izquierda. Es de medidas iguales al anterior.
  • San Lorenzo: Lienzo de 1’50 x 0’85 m. del mismo siglo que los anteriores. En él podemos ver al santo, revestido de dalmática y manípulo, mirando hacia la izquierda, que sostiene la parrilla en la mano de ese mismo lado, la palma del martirio en la otra y bajo ese mismo brazo, un libro.
  • San Juan Evangelista y la Dolorosa: Son dos lienzos gemelos pegados en tabla de 2 x 0’70 m. y similares características técnicas, probablemente del s. XVII. Los dos formaron parte de una escena situada en el Calvario. Sobre la Virgen figura el Sol y sobre S. Juan, la luna. En ambos se adivina, al fondo, una ciudad. La Virgen mira hacia la izquierda y S. Juan, a la derecha. Todo parece indicar que, en origen debieron de estar situados a los lados de un Crucificado.
  • San Agustín y San Joaquín: Ambos lienzos del s. XVIII y de idénticas medidas: 1’55 x 0’75 m. San Agustín se representa vestido de pontifical con báculo y mitra, libro y maqueta de iglesia en la mano izquierda y un corazón en llamas en la diestra. San Joaquín lleva túnica de rabino con ceñidor anudado en la parte delantera, con manto y turbante. En la mano izquierda un cayado y a sus pies el cordero del ofrecimiento.

De ninguno de ellos se conoce su autor.

En una pequeña repisa, donde en otro tiempo estuvo una imagen de Santa Teresa que hoy forma parte del museo parroquial, se encuentra la imagen de una Virgen Inmaculada.

La capilla recibe la luz de dos ventanales que miran a la plaza, de regulares proporciones y adornados con excelentes vidrieras.

Cerca del comulgatorio, una rejería del siglo XVIII, se conserva la tumba de los fallecidos en el incendio de la iglesia durante los sucesos de Julio de 1936, en cuya cubierta pueden leerse sus nombres.

A los pies de la Capilla hay una pequeña muestra de una antigua sillería, tallada en madera, que sólo conserva tres sitiales. A su lado una pequeña puerta trasera la comunica con la Sacristía.

EL RETABLO MAYOR

Retablo Mayor de la ParroquiaEl retablo mayor de la Iglesia de Nª Sª de la Granada, de enormes proporciones, es una auténtica joya del arte barroco. Mandado construir en 1760, se sabe que quedó concluido el 12 de Marzo de 1770. Es una de las piezas más importantes de la Extremadura del siglo XVIII. Su autor es el sevillano Manuel García de Santiago (maestro retablista, hijo del excelente imaginero Bartolomé García de Santiago), de cuyas manos salieron numerosas y excelentes obras, como el retablo de San Hermenegildo, de la Catedral de Sevilla, el de la iglesia de Olivares o el de Higuera de la Sierra. Importé 38.000 reales (aunque valorado en 55.000) que fueron pagados a su autor en varios plazos. En 1776 aún no se había terminado de pagar.

El historiador del arte local D. Juan Manuel Valverde Bellido nos hace de él la siguiente descripción:

“Apoyado en un alto banco con seis ménsulas arrocalladas, decorado con ángeles y un rico sagrario sobresaliente, se levanta el único cuerpo de la obra, articulada en cinco calles por airosos estípites y dobles series de retropilastras. En las calles laterales, sobre repisas, se ubican las imágenes de S. José, S. Joaquín, Sta. Ana y Santiago, y en tondos, los bustos de S. Antonio de Padua, Sta. Práxedes, Santa Lucía y S. Antonio Abad. La calle central, doble de ancha que las laterales, está ocupada por el manifestador y el camarín, que no es realmente una obra arquitectónica, sino más bien un decorado de madera tallada y dorada que se adosa a la pared posterior del retablo. Contiene la imagen de la Virgen de la Granada. El remate del retablo es un enorme cascarón, partido en dos por la prolongación de la calle central, a modo de rompimiento de gloria, en el que se sitúan, entre infinidad de ángeles, las imágenes de S. Agustín, S. Rafael, S. Miguel, S. Gabriel y S. Buenaventura. Encima campean los bustos de las Evangelistas y sobre un trono sostenido por ángeles, se sienta Dios Padre”.

A los pies de este magnífico retablo se encuentra el altar mayor, extraordinariamente tallado, de una sola pieza de mármol, procedente de canteras locales, al igual que la solería de esta capilla mayor, también del s. XVIII. En la parte del Evangelio, en el presbiterio destaca la imagen de un Cristo Crucificado, de gran tamaño, que preside las celebraciones litúrgicas y que es objeto de adoración en los Oficios del Viernes Santo.

DORADO DEL RETABLO MAYOR.- La construcción de un retablo es una empresa difícil, costosa y muy lenta en el tiempo. El retablista sólo realizaba el trabajo de esculpir toda la madera y ensamblarla. Los imagineros hacían las figuras que lo adornan, y el acabado final, a base de panes de oro, correspondía a otros artistas, los maestros doradores, cuya labor no podía hacerse al mismo tiempo, sino que, una vez colocado el retablo en el emplazamiento para el que había sido construido, había que esperar varios años para que la madera se secara definitivamente y no se deformara. Cuando se estaba seguro de que esto no sucedería y si la fábrica de la iglesia contaba con el dinero necesario, se procedía al dorado y jaspeado, labor mucho más costosa, por el valor del material (oro), que la propia construcción del retablo.

De esta segunda parte vamos a tratar hoy, siguiendo para ello un documento extraído del Archivo de Protocolos Notariales en el que se especifica el contrato que para este trabajo se firma entre el fuentecanteño D. Lorenzo Caro Guerrero, licenciado, abogado de los reales consejos, de la Orden de Santiago, visitador y vicario general, juez eclesiástico ordinario perpetuo de esta provincia de San Marcos de León y el maestro retablista D. Manuel Pedro Álvarez, vecino de la villa y corte de Madrid.

Mediante escrito fechado en la capital del reino el día 1 de Septiembre de 1.797, el denominado Juez protector de las Iglesias, da orden al “vicario general D. Lorenzo Caro Guerrero residente en Fuente de Cantos para que se ponga de acuerdo con el dorador y proceda a su execución”

Con la misma fecha nombra al “maestro dorador D. Manuel Pedro Álvarez para la execución del dorado y jaspeado del retablo mayor de la Iglesia Parroquial de la villa de Fuente de Cantos” mediante una carta que el citado dorador muestra al escribano.

Así pues, siguiendo las órdenes del citado Juez protector de las iglesias, ambos personajes comparecen el día 9 de Noviembre de ese mismo año de 1.797 ante el escribano (notario actual) D. Andrés Lechuga Blanco y Naharro en su despacho situado en la vecina localidad de Bienvenida.

Convienen en ajustar el trabajo en 70.000 reales de vellón que habían de pagarse en tres plazos iguales: el primero, al tiempo de comenzar; el segundo, cuando la obra estuviera mediada y el tercero cuando estuviera totalmente concluida.

De igual manera, acuerdan realizar el trabajo con las siguientes condiciones:

Primera: Que se ha de hacer” con la devida perfección según las reglas de su ejercicio para cuioefecto, luego que esste concluida se a de reconocer por peritos inteligentes nombrados por las partes por cada una el suio y tercero en caso de discordia y aprobada se a de entregar inmediatamente a D. Manuel Pedro Alvarez el último tercio. Y si se declarase por dchos. peritos no esstar conforme a lo que ess justo y por ello no lo aprobasen el enunciado D. Manuel Pedro Alvarez la a de ejecutar de nuevo en la parte que no esste arreglada assu cuenta costo y cargo sin que por ello pueda pedir aumento alguno sobre los setenta mil rrs. en  que ba tratada dcha obra.

Segunda: Los peritos se han de pagar a la mitad por ambas partes.

Tercera: La fecha de comienzo debe ser el día 15 de ese mismo mes y ha de terminar en 15 meses, o sea, el 15 de Febrero de 1799, el mismo año en que finaliza la construcción de la torre; y esto ha de hacerse “sin demora ni pretexto alguno”

Cuarta: La madera para los andamios ha de ser por cuenta de la iglesia, igual que los jornales que se invirtieran en armarlos y desarmarlos.

Tampoco el dorador “puede pedir aumento alguno en poca o mucha cantidad”.

El dorador considera justo el precio y responde con “todos sus bienes y rentas presentes y futuras, muebles y raizes”.

  1. Lorenzo Caro Guerrero, en nombre de la iglesia y sus mayordomos se obliga a la “satisfacción de los enunciados setenta mil rrs. de vn. en que ba ajustada la obra que se a de practicar en el memorado retablo en los dchos tres pagos iguales de a veinte y tres mil trescientos treinta y tres reales once maravedíes y un tercio de otro en cada una …”

Con la firma de los protagonistas y las de tres testigos residentes en la villa vecina de Bienvenida termina el documento que ha servido de base a este trabajo. Documento que es mucho más largo y prolijo en detalles, pero que he querido resumir para dar a conocer lo más curioso del dorado del retablo mayor de nuestra iglesia parroquial.

EL BAPTISTERIO

 Situado a los pies de la nave principal y, separado del resto del templo por dos arcos de medio punto que sostienen el coro y una alta balaustrada de madera, encontramos el Baptisterio o Capilla del Bautismo.

En ella nos encontramos con otra de las joyas que alberga la Parroquia: la preciosa Pila Bautismal, a la que dedicamos el capítulo siguiente, junto a la que se alza otra más pequeña y de menor valor, que recoge las aguas utilizadas en la ceremonia del primer Sacramento.

Preside esta Capilla un cuadro confeccionado con azulejos sevillanos, de una gran belleza, que representa la escena evangélica del Bautismo de Jesús por San Juan Bautista en presencia del Espíritu Santo en forma de paloma. Bajo este cuadro, un sencillo altar.

Los restos de una antigua sillería de madera completan la decoración de esta sobria Capilla. En ella, además de la puerta que da acceso al coro y a la torre, se encuentra otra que mira hacia el oeste, que sólo se abría en contadas ocasiones, especialmente el domingo de Ramos y que hoy se ha preparado para su uso diario.

Da luz a la estancia una vidriera circular que representa la Cruz de la Orden de Santiago, a la que perteneció Fuente de Cantos hasta su desaparición en el siglo XIX.

LA PILA BAUTISMAL

Situada en el centro de la Capilla del Bautismo, es una de las piezas más antiguas de la Parroquia, heredada del templo que existía antes de la construcción del actual. El historiador local D. Juan Manuel Valverde Bellido nos hace de ella la siguiente descripción: “Se trata de una talla de mármol blanco. Sobre una base ática se alza un astil sumamente moldurado con cenefas de hojas, fajas de pencas y cabezas de ángeles. La pila se orna con finos tallos rizados y hojas estilizadas, todo colocado simétricamente. El borde superior lleva un cenefa de ovas”.  Cronológicamente la sitúa “… en el siglo XVI, algo avanzada la centuria, dado lo suelto de su labra que supera con mucho los modelos platerescos provincianos”.

Efectivamente, no se equivoca el citado historiador, pues hemos podido comprobar en los libros del Archivo Parroquial que, estando de visita el Prior de San Marcos de León, D. Francisco de Salazar, la bendijo (esto indica que era nueva) el 26 de marzo de 1565.

Esta Pila Bautismal ha sufrido diversos traslados a lo largo de los siglos, pues debido a los trabajos de reconstrucción de la Parroquia, fue llevada a la ermita de Nª Sª de la Hermosa; más tarde a la del Santísimo Cristo de los Afligidos (de 1732 a 1741) y por último, al Convento del Carmen, en 1840, con motivo de haber sido alojado en el templo un grupo de militares.

En ella fue bautizado, el siete de Noviembre de 1598, nuestro más ilustre paisano: Francisco de Zurbarán y Márquez.

LOS ALTARES LATERALES

 Además del altar mayor, donde se ofician preferentemente todos los actos religiosos, cuenta nuestra Iglesia Parroquial con otros diez, más pequeños, distribuidos de la siguiente forma:

  1. a) Al lado del Evangelio o parte izquierda del templo, según la posición de los fieles:

1) El primer altar que nos encontramos en este lado es el correspondiente a la Virgen del Rosario, moderna imagen que sustituyó a otra de la misma advocación, hoy desaparecida, para cuyo retablo, en 1622, concertó Zurbarán la pintura de quince cuadros, de pequeño tamaño, que representan los misterios del Rosario y que desaparecieron, con toda probabilidad en la reconstrucción de la iglesia en el siglo XVIII. Completan el retablo dos imágenes más pequeñas que representan a San Blas y a Santa Lucía.

2) El segundo corresponde a la Virgen de la Soledad. Se trata de un retablo del siglo XVIII, de estilo clasicista, con algunos rasgos de rococó que alberga la Virgen titular, así mismo de comienzos de ese siglo. Esta imagen es atendida por una cofradía formada exclusivamente por mujeres que la sacan en procesión la noche del Viernes Santo. En este altar se veneran también las imágenes de San Martín de Porres y del Cristo de Medinaceli.

3) Altar de Nuestra Señora del Pilar: Consta de un retablo, procedente de la antigua ermita de la Misericordia y data de la primera mitad del siglo XVII. Su parte superior o ático está ocupada por un lienzo que representa a San José portando en brazos al Niño Jesús, pintura que data del siglo XVIII. Contiene este retablo tres pequeñas imágenes: ocupando la hornacina central, Nª Sª del Pilar, y ambos lados de ella, las que representan a San Ramón Nonato y a Santa Rita de Casia.

4) La última capilla del lado del Evangelio está ocupada por un retablo que acoge una imagen de la Inmaculada Concepción, esculpida por el artista natural de Los Santos de Maimona, Mauricio Tinoco, en 1938. A ambos lados de esta talla se encuentran las de S. Francisco Javier y la de S. Antonio de Padua, de menor tamaño.

  1. b) Lado de la Epístola o parte derecha del templo según la posición de los fieles:

1) Capilla del Corazón de Jesús: La más moderna de la iglesia. Se trata de un retablo dorado con tres hornacinas formadas por cuatro columnas salomónicas, donde está ubicada la imagen titular, flanqueada por las del Corazón de María y la de Cristo Rey.

2) Altar de San Pedro: Se trata de un antiguo retablo del S. XVIII donde se veneran las imágenes de San Pedro, sentado y en actitud de bendecir, en el centro, y las de Santa María de la Cabeza y Santa Ana en los laterales. En la parte superior del retablo hay otra imagen que representa a San Pablo. Durante mucho tiempo, la imagen de San Pedro permaneció fuera de su altar y en su lugar se hallaba otra de San Judas Tadeo, más deteriorada a la que se colocó un manojo de llaves en su mano derecha. La imagen de Santa Ana apareció durante los trabajos de limpieza del retablo mayor en el año 1938, oculta tras otra de mayor tamaño. Una leyenda en el libro que sostiene en sus manos así lo indica.

3) Retablo de San Francisco: Data de los primeros años del Barroco. Contiene la imagen, de tamaño natural, de San Francisco de Asís, procedente, con toda probabilidad, del convento franciscano de San Diego, traída a la Parroquia tras su desaparición en 1836, a causa de la desamortización. Su figura nos muestra los estigmas de sus manos y pies, además de la herida del costado, a través de un oportuno roto en su hábito. En el remate de este retablo se haya un lienzo que representa el milagro de la Imposición de la Casulla de San Ildefonso, de la segunda mitad del siglo XVII.

4) Retablo de la Ánimas: Corresponde también al s. XVIII. Se trata de un lienzo de grandes dimensiones que representa a la Virgen del Carmen asistiendo a las ánimas del purgatorio. En la parte superior del marco puede verse la leyenda “ANIMAS VENDITAS”. A sus pies y sobre el altar, se encuentra la urna que contiene el Cristo Yacente que se saca en procesión la tarde del Viernes Santo, con el nombre de El Santo Entierro.

  1. c) A los pies de la nave principal del templo y adosado a la pared se levanta un pequeño altar dedicado a Nª. Sª. de Guadalupe, construido de azulejos andaluces que data de 1938. Se encuentra enmarcado por un sobrio retablo de granito.
  2. d) En la parte de la Epístola, de la columna que sostiene el arco toral, cuelga una repisa que acoge la figura de San Roque, que se levanta la túnica dejando ver la llaga de su pierna, junto a la que puede verse un perro con un pan en la boca que le ofrece como alimento. Su biografía la incluimos en otro capítulo, Se trata de un conjunto escultórico de la segunda mitad del siglo XVIII. Se da la circunstancia de que, cuando el Coro de la iglesia era de mayores proporciones, esta imagen ocupaba un sitial en una de las columnas que lo sostenían. En otra columna estaba la imagen de San Isidro que hoy está en la ermita que el santo tiene en su pradera.
  3. e) Las catorce estaciones del Vía Crucis están representadas en pequeños cuadritos de cerámica en relieve, distribuidos simétricamente por todo el templo.

REJERÍA

Tiene también este templo parroquial unos trabajos de forja que merece la pena destacar. Quizás lo más sencillo sea la reja que separa el presbiterio del resto de la iglesia. Ocupa todo el ancho de la nave excepto el vano central que permite el acceso al altar mayor. Sobresalen de ella dos atriles: el de la Epístola y el del Evangelio.

Un excelente trabajo de forja lo constituye la cancela que comunica la iglesia con la capilla. Está compuesta de dos hojas que cierran mediante un poderoso cerrojo, no excesivamente grande, más un airoso medio punto. Esta puerta, que denota gran solidez, fue colocada durante las obras que se llevaron a cabo tras los luctuosos sucesos de la guerra civil.

Más pequeña pero de gran valor por su antigüedad es la reja del comulgatorio de la Capilla del Sagrario que fue realizada por Francisco Peña Bernal, rejero local, en 1768, según reza una inscripción.

Pero, probablemente, la mayor obra de arte en forja de la Parroquia sea el púlpito. Se trata de un pieza de forma hexagonal que se prolonga hacia abajo, tomando la forma de pirámide invertida y adornado, todo él, con pequeñas flores de hierro. Se debe a los rejeros locales Juan Hernández, Francisco Peña, Juan González y Juan Peña. Según consta en una leyenda grabada en su parte superior, se realizó en 1748. Sobre él y como sostenido en el aire, destaca su tornavoz, que, a diferencia del púlpito, no es de forja, por lo que sospechamos que debió de formar parte de otro más antiguo que no se conserva. Es una talla de madera en forma de dosel octogonal, coronado con una montaña de motivos vegetales que culmina en un pequeño templete cuadrangular sobre el que un angelito sin alas ya, por el paso del tiempo, anuncia con una gran trompeta la proclamación de la palabra de Dios.

Del centro de la nave principal cuelga una gran lámpara de forja, octogonal, con dieciséis brazos, distribuidos en dos niveles, debida, seguramente, a los mismos rejeros locales.

LAS PUERTAS

 Tiene nuestra iglesia parroquial tres grandes puertas que la comunican con el exterior: una mira al norte, otra al sur y la tercera al oeste. Esta última, llamada Puerta del Perdón, hasta fecha reciente, sólo se abría en contadas ocasiones, por ejemplo, para que entrara en el templo la procesión de las palmas del Domingo de Ramos. Toma su nombre del hecho de que, antiguamente, se utilizaba únicamente en tiempo de Cuaresma para entrar por ella a recibir el perdón de los pecados, como preparación para la Semana Santa. Su nombre está acreditado documentalmente en el correspondiente libro de Bautismos, que nos dice en dos ocasiones (1714 y 1715) que se encontraron sendos niños, bautizados como Benito y María Manuela, “en la puerta del Perdón”.

La segunda de las puertas, la que mira al sur, convertida hoy en la principal, se llama de San Miguel y se accede a ella desde el exterior a través de una cancela metálica, anclada en dos columnas de mármol y una bella escalinata del mismo material, construida, como ya se ha dicho en otro capítulo, por el arquitecto José Gómez, en 1788. En su medio punto interior, profusamente adornado, sobresale, en el centro, la figura del arcángel San Miguel, ataviado con capa y plumas en la cabeza, talla en madera del siglo XVIII.

La tercera puerta, la del norte, gemela de la anterior, fue afectada por el incendio de 1936 y reconstruida poco después, por lo que es más sobria y carece de los adornos que, suponemos, debió de tener en principio. Su nombre es el de otro de los arcángeles: San Rafael.

LOS PATRONOS

 Aunque al principio la iglesia parroquial estaba bajo la advocación de Santa María la Mayor, a partir del siglo XVII, la Virgen titular pasó a ser la de la Granada, por imitación, quizás, de la patrona de Llerena, ciudad de la que dependió administrativamente nuestro pueblo durante varios siglos.

Su imagen, que ocupa el camarín central del retablo mayor, es una talla en madera de nogal, de 1’50 m. de altura, policromada y estofada, de estilo gótico, correspondiente al siglo XVI y datada alrededor de 1510. Se atribuye su realización al círculo de Antón de Madrid. Ha sufrido a lo largo del tiempo tres restauraciones, la última en 1998. Representa esta imagen a María, Madre, de pie, coronada de reina y con el niño en el brazo izquierdo, el cual sostiene en la mano derecha una granada abierta (símbolo de la unidad de la Iglesia), cerca del rostro de la Virgen. Se acusa cierta frontalidad en Ella, mientras que en el Niño aparece un ligero escorzo de cabeza. En el conjunto resalta el sentimiento maternal. Característico de las imágenes del círculo de su autor, es el desplome lateral intencionado de la Virgen, que sigue las líneas naturales del tronco en que se talla, mientras el Niño mantiene la verticalidad. La parte trasera es plana y el tronco está ahuecado.

El rostro de María es amplio, ligeramente hierático y enmarcado en el trenzado característico de este imaginero. El Hijo, sin embargo, esboza una ligera sonrisa. Viste la Virgen camisa y túnica, todo ello envuelto en un amplio manto, recogido en la parte delantera, formando pliegues. El Niño lleva un jubón con cuello. Se remata la peana con una cabeza de ángel con las alas extendidas.

Esta imagen se encontraba oculta tras el retablo mayor desde el siglo XVIII, y fue descubierta durante las labores de limpieza tras la guerra civil y colocada en su sitio: el nicho central del retablo. Pensamos que pertenece al círculo del citado autor, pues coincide el tipo de madera, forma de la talla, constitución física de los restos de materiales y la solución técnica a los mismos problemas que la Reina de los Ángeles de Cabeza la Vaca o la Virgen de Cora de Almendralejo, imágenes éstas que están documentadas.

SAN ROQUE

 El patrón de Fuente de Cantos, cuya festividad se celebra al 16 de Agosto, dentro de las fiestas del Jubileo, es San Roque, que en la actualidad está tomando un nuevo auge, tras el olvido a que ha estado sometido en los últimos cincuenta años.

Biografía: Hijo del gobernador de Montpellier (Francia), Juan y de su esposa Libera, vasallos de Juan II de Aragón, nació a principios del siglo XIV cuando ya su madre, por la edad, había perdido toda esperanza de tener hijos. El recién nacido era robusto y mostraba en el pecho y en el hombro izquierdo una señal rojiza en forma de cruz, por lo que se le bautizó con el nombre de Roque (roca) de la Cruz. Desde muy pequeño se reveló como una persona muy virtuosa que sólo practicaba el bien. A los 12 años perdió a su padre y a los veinte, a su madre, por lo que quedó como único heredero de cuantiosas riquezas que él vendió y repartió entre los pobres. Parece ser que frecuentó la universidad de su ciudad natal y estudió algo relacionado con la medicina, aunque su vocación le llevó a abrazar la regla de la venerable orden tercera de San Francisco.

Declarada la peste en Italia, abandona Montpellier y, pobre y desconocido, hace de médico, enfermero y sepulturero en las principales ciudades de Lombardía. Más tarde pasó a Roma donde su misericordia y dedicación a los apestados va cobrando el prestigio de lo milagroso. La gente comienza a aclamarlo y Roque, tan humilde como caritativo, huye de Roma y va a trabajar ahora a Piacenza, donde no era conocido. Allí contrae la enfermedad contra la que tanto había luchado y opta por dejar la ciudad y vuelve a su ciudad natal a través de los Alpes, donde es alimentado cada mañana por un perro que le trae un pan y le lame la llaga de su pierna enferma. De nuevo en Montpellier es acusado de espía y encarcelado. Poco después (parece ser que en 1360) muere sin recobrar la libertad. Cuando es reconocido, la noticia corre como la pólvora y el noble y poderoso magnate es llorado largamente por sus paisanos. Fue elevado a los altares en el siglo XVI por el papa Gregorio XIII.

Probablemente Fuente de Cantos lo escogió como patrono en reconocimiento a los favores por él dispensados en alguna de las epidemias de peste que con tanta frecuencia sufrió toda Europa. No es un nombre que se dé mucho en el pueblo. En la actualidad sólo un par de personas lo llevan. A lo largo de la historia sí ha habido algunos. Como curiosidad diremos que el primero del que tenemos constancia en los libros del Archivo de que se llamara sí se bautizó el 19 de agosto de 1584.

LAS TORRES

 Cuenta el edificio parroquial con dos torres situadas, una al este, la “torre vieja” y otra al oeste, la llamada “torre nueva”.

Junto al cimborrio del templo, mirando al sur, se levanta una graciosa espadaña que tiene tres huecos, ocupado hoy sólo uno de ellos por el esquilón penitencial, de nombre San Roque,  que es conocida como “Torre Vieja”: Existe un documento de 25 de marzo de 1565, en el libro I de Bautismos que dice así: “… Yo el bachiller Montaño cura doy fe y testimonio de cómo el sr. Opo. (Se refiere a D. Francisco de Salazar, obispo de Salamina y Prior de S. Marcos, a la sazón de visita en F. de Cantos) consagró tres campanas y le puso por nombres ala mayor Maria a la chica Caterina y al esquilon Margarita…”  Suponemos que estas campanas estarían instaladas en esta torre o en alguna otra espadaña anterior que no hemos llegado a conocer.

Más tarde, en el siglo XVII, existe otra torre, mocha, situada a los pies del templo pero anterior a la actual, de la que conocemos su existencia por otro documento, que data del 18 de Abril de 1689, en el que “… el arzobispo de Samos fray Jose de Georgerini consagro en la torre la campana más grande que daba al mediodia en honra y gloria de Santa Maria de la Granada…”

Sin embargo, es la conocida como “Torre Nueva” la que verdaderamente nos interesa por ser uno de los monumentos más representativos del pueblo actualmente. Se trata de una enorme aguja, obra maestra del neoclasicismo, de 36 metros de altura, planta cuadrada, y tres cuerpos que rematan en el campanario y sala del reloj. Salpicada de ventanas y hornacinas, su último cuerpo se adorna, a ambos lados de cada cara, con dobles contrafuertes en forma de estípites de capiteles corintios. Por encima el reloj de cuatro esferas y coronándola, la veleta y una nutrida colonia de cigüeñas que forma parte ya de nuestro paisaje urbano. Su interior está dispuesto en rampas y entre los pisos existen cavidades o “cortavueltas” que acortan el camino de bajada a los visitantes más osados. 

Aloja cuatro campanas: La mayor de todas, “San Bartolomé”, que mira al Sur, o sea a la plaza del Ayuntamiento; “Santa Filomena”, que mira al Este, “San Antón”, la del Norte y “Santa María y Santa Ana”, la que mira al Oeste. Se comenzó a construir en 1777. El arquitecto madrileño Manuel de Vera, hizo los planos y fue José Gómez, artista conquense, quien se hizo cargo de la obra a partir de 1779. Fue una obra dilatadísima en el tiempo, pues por una demanda del pueblo contra el constructor no se terminó hasta 1799. Durante ese tiempo, incluso cambia el mayordomo de la fábrica de la Iglesia, pues al comienzo de la obra es D. Benito Delgado, en 1782 es D. Francisco Ruiz de Cuesta, tres años más tarde es sustituido por D. Tomás Megía, en 1793 lo es D. Luis Carrascal Casquete de Prado y finalmente, desde 1794 ostenta el cargo D. José Mauricio de Chaves y Mendoza.

Transcribimos a continuación los documentos en los que se narra el inicio y el final de las obras de esta magnífica torre:

“En la villa de Fuente de Cantos en treinta dias de el mes de septiembre año del Señor de mil setecientos setenta y siete, abiendo precedido misa cantada con toda solemnidad y con asistencia de los cavildos eclesiasticos y secular formados en procesion se procedio a la bendición de el lugar y primera piedra basar fundamento de la nueva torre y practicadas las ceemonias y solemnidades que  dispone el Ritual Romano se dio principio y puso dicha piedra y basa D. Joaquin Navarro cura propio y mas antiguo de la Parrochial Iglesia de dcha. villa con la concurrencia de S. Matheo Fernandez de Silva tambien cura de dcha. Iglesia y la segunda piedra se puso por D. Cristóbal Caro Guerrero alferez mayor y Alcalde ordinario por su estado noble y de primer voto siendo pontifice nuestro mui santo padre Pio Sexto, Prior de Leon el Ilmo. Sr D. Juan Rodríguez de la Abezilla protector de las Iglesias el Sr. D. Juan Sancho Granado y Provisor de Llerena D. Juan Fernandez Salamanca. Reinando Carlos tercero que Dios guarde y para que todo a la posteridad conste asi se anota y firma por dichos señores curas.”

La Torre Nueva a principios del siglo XXSiguen las firmas y rúbricas de D. Joaquín Navarro y de D. Mateo Fernández de Silva. Y al margen de este documento se puede leer una nota posterior que dice lo siguiente: “Por varias discordias que hubo en el principio de la obra con el maestro y comisionado della (efectivamente, llegó a estar un tiempo en la cárcel) no se concluyo hasta 13 de Agosto del año de 1799 sendo pontifice ntro. mui S. P. Pio sexto, Prior de León el Ilmo. Sr. D. Jose Casquete de Prado obispo de Cisamo, Provisor de Llerena el Sr. D. Joaquin Casquete de Prado ambos Patricios bautizados en esta Parrochial, curas della D. Thomas de la Bastida tambien patricio y D. Pedro Alejandrino de Salas reinando el Sr. D. Carlos cuarto que Dios guarde”.

PLATERÍA

 La parroquia de Nª. Sª de la Granada posee una serie de objetos sagrados de gran valor artístico, entre los que destacamos los siguientes:

  • Cruz de altar, plateresca con rasgos santiaguistas, adornada con frutos colgantes. De 1550, está atribuida al orfebre Julián Núñez.
  • Acetre de plata, donado por D. Diego del Corro Carrascal en 1656.
  • Cáliz de plata sobredorada, adquirido en el siglo XVII, obra de Cristóbal Gutiérrez, de estilo manierista figurativo es una de las mejores obras de platería de Extremadura.
  • Varios cálices del siglo XVIII de procedencia sevillana y cordobesa.
  • Portaviático en forma de pelícano, cincelado en plata, atribuido a Baltasar Pineda, del siglo XVIII también.
  • Cruz procesional, repujada y cincelada en plata, sobredorada en algunas partes y adornada con imágenes de pequeñas dimensiones. Data de 1796 y se hizo con el material de otra cruz mucho más antigua.
  • Pareja de candelabros de estilo rococó.
  • Corona de la Virgen de la Soledad realizada en 1910 por Antonio Merino.
  • Custodia sobredorada, de gran belleza, adquirida en los años sesenta del pasado siglo para la Adoración Nocturna.
  • Templete de plata, utilizado en la procesión del Corpus, donación del Conde de Montalbán a la Cofradía del Santísimo Sacramento y custodiada en el convento del Carmen.

EL ARCHIVO

 Posee también la Iglesia Parroquial un extenso archivo, compuesto por un centenar de libros, fuente inagotable de documentos, entre los que cabe destacar las partidas de bautismo de Francisco de Zurbarán, el conde de Montalbán, la de D. José Casquete de Prado y Bootello, obispo de Cisamo y participante en las Cortes de Cádiz de 1812, así como la del pintor Nicolás Megía.

Consta, pues, el archivo de:

  • 53 libros de bautismo, a partir del 6 de Enero 1555.
  • 3 libros de confirmaciones, el primero de ellos desaparecido.
  • 20 libros de matrimonios a partir de 1587.
  • 30 libros de defunciones que contienen partidas desde 1634.

Desgraciadamente, hace unos años ha sido trasladado a Badajoz, al igual que todos los de la provincia, para ser custodiado por el Obispado.

Aparte de estos volúmenes existen cinco cantorales de gran valor, debidos a la mano de Juan Guerrero, de quien hemos podido averiguar que vivió en la calle de la Sangre, casado con Dª María de Medina y que bautizó a varios de sus hijos en Fuente de Cantos entre 1621 y 1628.